lunes, 30 de junio de 2008

La fertilidad en Europa

Un tema preocupante, ciertamente, por muchas causas: aunque puede ser bueno desde el punto de vista de sostenibilidad ambiental, lo cierto es que también crea muchas fricciones en la economía (véase por ejemplo el tema de las pensiones si el sistema es de reparto).

En el NYTimes hablan de esto, y sacan algunas conclusiones interesantes:
- si se quiere aumentar la tasa de fertilidad, debe aumentarse la equidad entre sexos: no tanto en el acceso al trabajo, como en la participación del hombre en la casa, o en los permisos de maternidad para las mujeres.
- otra opción es hacer como en EEUU (que de hecho tienen mucho más éxito en este tema): tener un mercado de trabajo lo suficientemente flexible como para permitir fácilmente la reincorporación de las madres.
- las políticas basadas en cheque-bebé sólo funcionan si se mantienen a largo plazo (y eso con dudas), y además permiten mucho free-riding. A pesar de todo su atractivo electoral (o a lo mejor de ahí su atractivo) son más un regalo que un incentivo.

Un resumen de uno de los entrevistados (se puede sustituir Italia por España):
“You might say that in order to promote fertility, your society needs to be generous or flexible. The U.S. isn’t very generous, but it is flexible. Italy is not generous in terms of social services and it’s not flexible. There is also a social stigma in countries like Italy, where it is seen as less socially accepted for women with children to work. In the U.S., that is very accepted.”
Otro aspecto interesante es que, cuando el Estado se preocupa de poner las condiciones para favorecer la crianza de los hijos (bajas maternales, etc.) está favoreciendo la economía. Donde no lo hace, tener hijos es una ruina, y eso va en contra de la competitividad.

martes, 24 de junio de 2008

Jim Hansen y el cambio climático

Muy interesante leer la ponencia de Hansen ante el Congreso Americano. Básicamente, argumenta que los hechos le han dado la razón sobre lo que ya decía hace 20 años, y que ya está bien de tanto no hacer nada, que como no lo hagamos pronto, ya no va a servir. Creo que lo único en lo que no estoy totalmente de acuerdo con él es en la responsabilidad de las empresas: es cierto que, mediante sus influencias, han conseguido bloquear muchas regulaciones. Pero al final, el que tiene la culpa del consumo energético no es la empresa que vende gasolina, sino el que la compra. Y aquí no hay adicción física como con el tabaco...

Razones por las que nos preocupa el aumento de precios energéticos

Justin Wolfers presenta una lista muy buena, donde lo mejor es su razonamiento final: ¿de verdad nos tiene que preocupar tanto el aumento de precios de la energía?¿No debería ser mejor algo bienvenido? . Lo interesante es que estos argumentos son totalmente extrapolables a España, donde, curiosamente, la gente, en vez de protestar por los aumentos de precio de las gasolinas (bueno, los transportistas y agricultores sí protestan por el gasóleo), protesta por la subida de la tarifa eléctrica, que creo que tiene un peso todavía menor que los combustibles...

domingo, 22 de junio de 2008

Jim Rogers en NYTimes

Un reportaje muy interesante sobre Jim Rogers, el CEO de Duke Energy. Rogers es uno de los CEOs más activos pro-legislación medioambiental de EEUU, y por tanto un tío peculiar. Básicamente, parece un hombre muy listo, similar a Galán quizá en su visión estratégica. Ahora bien, como a todos, también se le ve el plumero...ardiente defensor del cap-and-trade para CO2 en EEUU, se arruga en cuanto se habla de subastar los permisos: claro, por una parte el cap-and-trade es bueno para las empresas, por los windfall profits que genera...pero si ya tienen que pagar por ellos, y sobre todo tienen carbón, ya es otra cosa...

Algún extracto que también me ha parecido interesante:
“What’s unusual about Jim is that he recognized these problems not as a woe-is-me burden but as real growth opportunities, opportunities to change his industry,” says Tim Wirth, president of the United Nations Foundation and a former senator from Colorado..

Interestingly, the one green initiative Rogers says he hopes will emerge most quickly is focused not on generating power but on conserving it...Save-a-Watt thus turns the power business on its head: rather than charge customers more to build plants, Duke will effectively charge them not to do so. “I would rather spend $8 billion implementing efficiency than spend $8 billion on building a nuclear plant,” Rogers told me.

When asked why Rogers ended up taking such a contrary approach to his job, friends point to the fact that he never trained as an engineer — the background of most energy executives

Customers in nuclear states have paid higher electric bills for years, because nuclear power is inherently more expensive to generate, Rowe points out. Duke could have switched to nuclear decades ago but didn’t, so now it must pay the price. [John Rowe es el CEO de Exelon, una empresa con fuerte componente nuclear]

jueves, 19 de junio de 2008

Los costes crecientes de la energía

Como se puede observar, (y aquí hay un buen resumen) los costes de la energía están creciendo por todas partes. Tampoco es para sorprenderse: cuando la demanda aumenta, y la oferta tiene rigideces (habitual a corto plazo en este tipo de mercados) lo normal es que los precios suban. Pero eso no necesariamente es malo, porque lo que indica es que puede haber beneficios para los que consigan aumentar la oferta (léase conseguir avances tecnológicos), o reducir la demanda (ahorro y eficiencia energética).

Otra cuestión, que también se debate últimamente, es qué costes suben más que otros: parece que, además de las renovables, la nuclear también está ganando algo frente al carbón y el gas, porque los costes de inversión suben para todas, y los costes de combustible suben más para las fósiles.

jueves, 12 de junio de 2008

¿Es ético el comercio de emisiones?

Versión sin editar del artículo de este mes de Soitu.es

La verdad es que, así puesto, parece como si estuviera preguntando si es lícito traficar con esclavos…Y de hecho, parece que hay gente que piensa parecido, si hacemos caso a comentarios como el que recibió uno de mis primeros artículos, o como los de vez en cuando se oyen cada vez que se habla del sistemas de comercio de emisiones como el europeo para el CO2. Aunque cada vez menos gente opina así, e incluso grupos ecologistas que estaban en contra ahora apoyan estos sistemas, creo que es interesante dedicar esta columna a reflexionar sobre los aspectos éticos del comercio de emisiones, ya que, si hacemos caso a lo que nos dice la Comisión Europea, este mecanismo va a ser el utilizado para reducir las emisiones de CO2 en Europa por lo menos hasta el año 2020. También en los Estados Unidos, todas las propuestas que tratan de reducir las emisiones de CO2 utilizan este instrumento. Así que mejor tener las ideas claras sobre el mismo.

Aunque antes de nada, posiblemente tendríamos que ponernos de acuerdo sobre si es ético contaminar. Aquí supongo que lo que nos sale a todos es decir que no, que contaminar es un pecado (según el Vaticano), o un delito, o algo malo moralmente y que por tanto debe ser rechazado. Pero por otra parte, quizá cuando decimos esto estamos pensando en grandes contaminaciones (estilo Aznalcóllar, o Chernobyl), y no en lo que sale del tubo de escape de nuestro coche, o de las alcantarillas de nuestra casa, por ejemplo. Como bien dice Lovelock en su famoso libro Gaia, la contaminación no es un producto de nuestra poca moralidad, sino que es una consecuencia inevitable de nuestra existencia. Y todos nuestros actos implican cierto grado de contaminación. Así que, si rascamos un poquillo, supongo que la conclusión a la que llegamos es que contaminar sí, pero lo justo y necesario. Y que por tanto, lo que debemos castigar o perseguir por éticamente inaceptable es la contaminación por encima de unos límites considerados razonables.

Pues bien, aquí justamente es donde se sitúan herramientas como el comercio de permisos de contaminación (cuando la contaminación es atmosférica, como el SO2 o el CO2 se suele llamar comercio de emisiones). Este es un instrumento por el cual, y esto es muy importante, primero establecemos un límite a la cantidad permitida de contaminación, luego la dividimos en pequeñas partes (permisos de contaminación) que repartimos entre las empresas, o los consumidores, o quien esté obligado en conjunto a no superar esta cantidad de contaminación, y por último permitimos que se intercambien entre sí (a un precio, claro). Con esto lo que conseguimos fundamentalmente es que, al que le cueste más reducir su nivel de contaminación, pueda “comprar” esa reducción a otro al que le salga más barato hacerlo. El que compra el permiso podrá contaminar más, pero el otro contaminará menos. Al final, la cantidad total de contaminación será la máxima permitida, pero a un coste mínimo para todos. Si no permitiéramos intercambiar los permisos, el nivel de contaminación sería el mismo, pero nos costaría más a todos. Esto último tiene su gracia, porque si ahorramos dinero aquí, lo podremos gastar en otras cosas más interesantes para la sociedad, y creo que no hace falta que ponga ejemplos.

Hay gente que dice: pero es que no podemos dejar que haya algunos que sigan contaminando simplemente a cambio de pagar dinero. Y que esto además no es justo, porque los más ricos podrán contaminar más, ya que tienen más dinero para pagar. Frente a estos argumentos, lo que hay que recordar son dos cosas: primero, que la cantidad total de contaminación es la misma, o menor que antes, con lo cual hay una mejora cierta en el medio ambiente; y segundo, que no son los más ricos los que contaminarán más, sino aquellos a los que les cueste más reducir. Por muy rico que sea uno, y salvo que sea estúpido, si por sus circunstancias le resulta más barato dejar de contaminar que a otro, preferirá hacerlo y venderle a ese otro su permiso de contaminación. Esto, por si alguien se despista, no tiene nada que ver con si el medio ambiente se puede expresar en valores monetarios o no (objeto de otra polémica muy interesante, que podemos dejar para otro artículo), sólo tiene que ver con el coste de reducir la contaminación (instalando equipos menos contaminantes, o renunciando a realizar ciertas actividades).

Finalmente, otro argumento habitualmente utilizado es que, cuando se usa este tipo de sistemas, al final los consumidores tienen que pagar más, ya que las empresas internalizan el coste de comprar los permisos necesarios en el precio de los productos. En cambio, cuando el Gobierno impone un límite a la contaminación para las empresas, o estándares de tecnología, no tenemos que pagar nada. O tampoco tenemos que pagar nada cuando las reducciones de contaminación se consiguen con subvenciones. Desgraciadamente, este argumento es falso: cuando el Gobierno impone límites o estándares, a las empresas les cuesta dinero alcanzarlos, y ese dinero lo recuperan vía precio de sus productos. O cuando se les subvenciona que no suban el precio, lo pagamos todos vía impuestos. Además, hay otra ventaja adicional del comercio de permisos: hace que aflore un precio por contaminar, con lo que da una señal clara y transparente de que el que contamina paga.

Hay otros aspectos más o menos importantes según los casos, que pueden repercutir en la “moralidad” del sistema que he descrito: si los permisos se regalan a los contaminadores o se subastan (con lo que hay transferencias de dinero entre gobiernos y empresas); si son las empresas o los consumidores los que tienen la obligación de reducir su contaminación (por mucho que les pese a algunos, al final son siempre los consumidores los responsables…). Pero creo que, en cualquier caso, la conclusión final es lo suficientemente general: si estamos de acuerdo en que hay que permitir una cierta cantidad de contaminación, y que lo mejor es que los costes de lograr la reducción necesaria de contaminación sean lo menores posibles para poder dedicar nuestro escaso dinero a otras cosas, los sistemas de comercio de permisos de contaminación no son sólo éticos, sino muy deseables.

miércoles, 11 de junio de 2008

La cultura del endeudamiento

David Brooks sobre la cultura del endeudamiento en EEUU. Si uno le quita los primeros párrafos, se parece mucho (desgraciadamente) a España...

lunes, 9 de junio de 2008

Más sobre la alimentación

Y sobre la relación entre alimentos y cambio climático, salud, etc. Después de ver el video, es difícil seguir comiendo carne todos los días con tranquilidad.

Europa a la caza de profesores de EEUU

Esto es algo que tenía que llegar (de hecho, algunos pioneros como la Pompeu en España ya lo estaban haciendo, además de algún otro). Pero lo lógico (o lo deseable, al menos) es que esto se generalice. Así que será importante no perder el tren.

domingo, 8 de junio de 2008

La subida del gasóleo

Lo primero es decir que no soy un experto macroeconomista, así que quizá diga burradas, pero es que, a mí, con todo este lío de la subida de precios de los carburantes, las huelgas de transportistas, y demás, las preguntas que me surgen son:
- ¿es que no pueden repercutir el aumento de coste en los precios del transporte? Porque las aerolíneas lo hacen volando (perdón por el chiste). Entiendo que si el argumento es que la subida del gasóleo se está comiendo sus ganancias, o eran excesivas, o el sistema está regulado (no creo) o es un monopsonio en el que los productores no pueden modificar los precios que reciben. Porque si no, no entiendo cómo no las pueden recuperar subiendo los precios del transporte, incluso aunque tengan contratos firmados a largo plazo (con cláusulas de revisión).
- ¿de dónde se cree la gente que va a salir la rebaja del IVA o similar? Si ahora hay que bajar el IVA, tendremos menos ingresos públicos, y por tanto, o menos gasto, o más déficit que luego habrá que pagar con el interés correspondiente. Además, el reparto de la factura no tendrá en cuenta si gastas más o menos carburante (que es como debería ser), sino otras circunstancias que no tendrán nada que ver...
Mis propuestas: que los transportistas repercutan la subida de coste del gasóleo, que suba el coste del transporte, y que por tanto seamos conscientes de los costes reales del mismo. Y así además aumentará la eficiencia energética de la economía. Si no, seguiremos como siempre, consumiendo como locos, y trasladando al futuro nuestros problemas.
Y luego, para rematar las cosas, vienen nuestros políticos y le echan la culpa al BCE, o dicen que es que tenemos que ser pacientes para esperar el efecto de las medidas adoptadas. Pero si ya hemos tenido cuatro años para adoptar medidas, y no se ha hecho nada...¿qué vamos a esperar ahora en tiempos de crisis? Con lo fácil que hubiera sido aprovechar la bonanza económica para ir adaptando las señales de precios (tarifas eléctricas, etc.) a la realidad, para ir "educando" a nuestra economía y haciéndola más robusta para aguantar mejor cosas como ésta...No, parece que es mejor seguir viviendo en el país de las hadas, donde el buen Gobierno cuida de que no paguemos más de lo que podemos y eso no tiene ningún coste...

NOTA: Hoy Steven Stoft me da la razón acerca del último párrafo:
In previous posts, I discussed two reasons why conservation is the best strategy: It is available more quickly than increased supply, and it saves more than increased supply can replace. Here I add a third reason why conservation dominates: It protects consumers from oil price shocks, something an increased supply does not do.

sábado, 7 de junio de 2008

El adivino Krugman

Un artículo muy curioso de Krugman en 1996 en el que predice el futuro, y no lo hace mal...sólo no estoy muy de acuerdo con él en la devaluación de la universidad (será por eso de pertenecer al gremio), yo sí creo que en esta nueva economía que describe la universidad sigue teniendo un papel que jugar, aunque evidentemente no será el mismo de ahora, y que tampoco será volver a ser un club social de los ricos...

Carbon cap and dividend

Leyendo el artículo de Revkin y los comentarios de Hansen, parece que esto es una idea revolucionaria. Pero, salvo que yo esté muy despistado, a mí me parece que es un enfoque más que clásico y discutido de impuesto con devolución a tanto alzado, como el que se plantean muchos países europeos al hablar de reformas fiscales verdes. Mi amigo Xavier Labandeira tiene unos cuantos artículos sobre esto, habrá que pedirle que escriba un comentario iluminador en el blog de Revkin. Debe ser que los americanos, como siempre y salvo excepciones honrosas, siguen sin tratar de aprender de los europeos...

miércoles, 4 de junio de 2008

¿Son fiables los modelos de equilibrio general?

Una muy interesante y pertinente pregunta.

Una biografía de Buckminster Fuller

Muy interesante, como era de esperar de este hombre. En New Yorker.
Por si alguien no lo conoce, éste es el tío que propuso llenar el Sáhara y sitios similares de centrales solares y luego tirar cables por todo el mundo para usar la electricidad.

Los efectos de Lieberman-Warner

Un análisis peculiar sobre los verdaderos efectos de la legislación cap-and-trade que se está discutiendo estos días en EEUU: en resumen, unos cuantos se forrarán, pero poco más. Bastante triste, la verdad...

lunes, 2 de junio de 2008

Paul Krugman sobre el transporte en España

Interesantes sus reflexiones sobre el futuro del transporte en España y Europa, y las diferencias con EEUU.

Escalas de notas

En algunas Univs. de EEUU están pensando cambiar su sistema de evaluación (A-F) a uno mucho más cualitativo. Consideran que así se reduce la presión por las notas, y se mejora el aprendizaje. A mí esto me recuerda a nuestros tiempos de estudiantes, cuando se cambió a "progresa adecuadamente" y demás, y la verdad, me encantaría ver si el cambio de sistema de evaluación supuso una mejora del proceso de aprendizaje...Además, como bien se dice al final:
“Good for them, but this fluffy grading is the luxury of schools in like the Top 5 where grades don’t matter as much anyway,” wrote one commenter. “If you went to a 20-something school like I did, you need to be able to show you were in the top-whatever %% of your class to get into BigLaw, let alone Federal clerkships.”