martes, 29 de junio de 2010

Ética y fútbol

Continuación a la entrada de ayer. Si evitáramos la posibilidad de que el árbitro se equivocara, también reduciríamos el incentivo a los engaños de los jugadores. Hace poco se veía en Madrid un anuncio que hablaba sobre la influencia de los futbolistas en nuestros hijos, y de los valores que les transmiten. Visto que parece complicado conseguir que los futbolistas se conviertan de repente en santos, ¿no sería mejor quitarles los incentivos perversos?

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