miércoles, 17 de junio de 2015

Hombres y mujeres para los demás

Estos días ando por Salamanca de reflexión sobre la identidad y misión de las universidades jesuitas. Muchos temas interesantes, la verdad. Hasta ahora hemos hablado de cómo trasladar a nuestros alumnos una concepción humanista de la vida, y también la preocupación por la justicia. Y me ha resultado muy interesante, respecto a este segundo tema, este documento que nunca había leído, pero cuyo título sí había utilizado: Hombres y mujeres para los demás, del P. Arrupe.

Es un discurso a los Antiguos Alumnos, que creó gran polémica en su momento (1973) pero que me parece sigue siendo muy actual (y también seguro que creaba polémica ahora). Las tres recomendaciones concretas de Arrupe a los antiguos alumnos:
Hay que formar hombres y mujeres que no sean esclavos de la sociedad de consumo, que no tengan como norma de vida ser y aparecer un poco más que los demás, sino que se propongan, hasta como ideal, quedarse siempre un poco atrás, para así ir desenroscando el tornillo del lujo y de la competitividad. Hombres y mu- jeres, que en vez de sentirse impelidos a comprar todo lo que ha logrado comprar una familia amiga, sean capaces de ir prescindiendo de muchas cosas, de las que otros en sus mismos ambientes han prescindido, y de las que la mayoría de la humanidad se ve obligada a prescindir.

Esta todavía parece asequible, aunque complicada. Pero sigamos leyendo:
Segunda: Decidido propósito no sólo de no participar en ningún lucro de origen claramente injusto, sino incluso de ir disminuyendo la propia participación en los beneficios de una estructura económica y social, injustamente organizada a favor de los más poderosos. No se trata ya de dis- minuir los gastos, sino, mucho más radicalmente, de disminuir los ingresos basados en estructuras injustas. Ello nos obliga de nuevo a marchar a contracorriente.
Y ya, por si faltaba algo:
La tercera actitud está muy conectada con la anterior. Tal vez sea posible reducir los gastos y llevar una vida mucho más sencilla, sin chocar demasiado con la sociedad, aunque en el fondo le desagrade nuestra actitud y por ello precisamente le haga bien. Pero si lo que pretendemos es reducir nuestros ingresos, en cuanto que ellos nos vienen de nuestra participación en una estructura injusta, ello no es posible hacerlo sin transformar la misma estructura. Entonces es inevitable que los que se sientan con nosotros desplazados de sus puestos de privilegio adopten una actitud de defensa y contraataque.
Demoledor, ¿verdad? Evidentemente va mucho más allá de todos los planteamientos de decrecimiento, y algunos años antes. Pero menudo reto.

1 comentario:

Vintage Rocker dijo...

Pero, pero, pero... esto es la pera! Arrupe era un crack! y tenía una red de colegios y universidades para propagar semejante torpedo en la línea de flotación de lo que yo llamo "razón desiderativa" (una de cuyas manifestaciones es precisamente lo que los americanos llaman "keeping up with the Joneses", la necesidad de comprar una TV de plasma, y un coche, y una casa un poco mejor que los de los vecinos)!!!!

Ahora, cuando vemos hasta qué punto aplican esta doctrina profundamente humanista los antiguos alumnos de esos colegios y universidades es difícil no sentirse un poco desalentado. No veo yo a los ex ICAI e ICADE (o ex Recuerdo, como yo mismo) comprándose un coche o una casa un poco más pequeña que la de sus colegas, más bien al contrario...

Qué chungo es pasar de las palabras a los hechos! mejor sigo proponiendo mi Renta Básica Universal, que aunque utópica hoy me parece más factible que cambiar el corazón de los hombres (ése del que, según Kant, "nunca salió nada derecho")