lunes, 14 de diciembre de 2015

El acuerdo del clima de París: Un acuerdo que tiene que demostrar su valor

Debe ser que con los años me estoy volviendo cascarrabias, pero por mucho que le doy vueltas, no consigo identificarme con los que consideran que este acuerdo es un “éxito histórico”, que con él “el mundo entero dice basta ya y pone freno al calentamiento del planeta”, que esto es la “salvación del clima”, o cosas similares que estamos leyendo estos días en la prensa.

En primer lugar, ¿podemos considerarlo un éxito? Pues depende de cómo definamos éxito. Si éxito es que se firme un acuerdo, aunque sea a costa de que haya pocos compromisos concretos, pues lo será….pero esto más bien me parece una tautología que otra cosa. Por supuesto, no digo que sea malo el que exista el acuerdo (véase más abajo), yo creo que es bueno que exista, porque hay elementos positivos. ¿Es un fracaso? Tampoco, pero es que yo creo que tampoco hubiera sido un fracaso si no se hubiera firmado, porque no podíamos esperar nada milagroso, y porque, como digo luego, quizá el futuro del clima no dependa de ello.

Lo que sí que es cierto es que los franceses, como expertos en el arte de la diplomacia, han vuelto a demostrar sus dotes. Pero no por sacar un acuerdo por arte de magia de donde no lo había, sino en ser capaces de convencer a todos de que sí, que había elementos en los que todos podían estar de acuerdo. Para eso ya se habían encargado también de poner bajito el listón, para gestionar convenientemente las expectativas (algo muy inteligente por otra parte).  Y también de convencer a la opinión pública de que saltar ese listón ya era toda una proeza. El precio que se paga por ello, claro, es sacar del acuerdo todo lo controvertido, y dejar lo demás por definir. Pero seguramente esta era la única posibilidad real de acuerdo, si es que era imprescindible lograr uno para no quedar mal con el público.

Decíamos Xavier y yo en el 2011 que debíamos buscar acuerdos realistas. Que un acuerdo global como éste sólo sería factible si se limitaba a recoger el business-as-usual (BAU). Y que lo único a lo que podíamos aspirar es a crear un marco institucional sólido. El acuerdo efectivamente recoge el BAU, pero ni siquiera crea ese marco sólido, porque deja casi todo por definir. Por ejemplo, y por mucho que diga Stavins, no establece un procedimiento creíble de información y transparencia, porque lo deja a determinar después. Tampoco concreta quién tiene que poner los 100 billones del fondo verde, así que esto puede ser papel mojado. De hecho, Michael Levy, con cuyo análisis me identifico más que con el de Stavins, nos señala que este acuerdo no es tan distinto del que se firmó en Copenhague…aunque sí es cierto que cuenta con más respaldo y más empuje. 

Por tanto, yo creo que este acuerdo no va a salvar al clima por sí mismo. Porque, como decía antes, el acuerdo lo único que ha hecho es recoger lo que ya se estaba haciendo o planeando hacer desde los gobiernos nacionales (o supranacionales tipo UE). Y eso no llega ni de lejos a los 2ºC, por ejemplo….

El clima ya se estaba salvando (o mejor comenzando a salvarse) antes de firmar el acuerdo, y posiblemente independientemente de él. Porque como ya he mencionado aquí alguna vez, muchos países (y en especial los grandes emisores) tienen interés en reducir sus emisiones, por causas directas o indirectas. Tal como dice Brad Plummer, la única manera de salvar el clima es mediante las acciones individuales de los grandes emisores (algo curioso para un problema de externalidad global...), En este sentido, ¿habría cambiado algo si no se hubiera firmado el acuerdo? ¿O si lo hubiera firmado sólo el G-20? Esta es una gran pregunta…que tendrá que esperar un tiempo para ver si la dinámica generada es capaz de llevar a los países a un mayor nivel de ambición.

Porque tampoco creo que el acuerdo sea ambicioso: para ser ambicioso tendría que tratar de ir más allá del BAU. Y no, no me vale que se hable de los famosos 1,5ºC en el artículo 2, porque lo importante son los compromisos concretos. Y en el acuerdo no hay ninguno más allá de definir cosas que están por definir. Como decían en una reunión a la que he asistido esta mañana, este es un acuerdo legalmente vinculante que no contiene ninguna provisión legalmente vinculante.

Por supuesto, todo esto no supone que sea un acuerdo para tirar a la basura. En primer lugar, el mero hecho de que al menos haya acuerdo en algunas cuestiones generales, y en la voluntad de luchar contra el cambio climático, ya es algo por lo que estar satisfechos. Además, al requerir (en uno de los pocos requerimientos reales) las contribuciones nacionales (INDCs) revisables cada 5 años puede dar un poco de fuerza moral, de presión, a los países, y ampararles frente a los escépticos domésticos. Pero recordemos que las INDCs pueden ser simple humo. También es positivo el cambio de dinámica geopolítica que crea, al pasar ya de la división estúpida del protocolo de Kyoto (Anexo I y no-Anexo I). En este sentido, y como dicen muchos comentaristas, sí creo que este es un buen primer paso para romper dinámicas antiguas, y para avanzar en la dirección correcta.


En resumen, la sensación que me queda después del fin de semana es algo agridulce. Por un lado creo que hay que estar contentos porque exista un acuerdo, aunque sea de mínimos. Pero por otro lado me fastidia bastante el estallido de euforia en mi opinión infundada. Esta COP ha acabado como empezó, como un circo mediático, en el que lo importante es generar titulares y sacar pecho como sea. Me recuerda a las elecciones políticas como las del fin de semana que viene, en las que el domingo por la noche todos tratarán de convencernos de que han ganado. Todos están poniéndose medallas y felicitándose por el fantástico resultado que nos dicen que han conseguido. ¿Seguro que se las merecen? Porque la carrera acaba de empezar.

ADD: en la Universidad me hicieron una entrevista en la que hablamos de este tema.

3 comentarios:

Fernando Leanme dijo...

Muchos "INDC" están condicionados a ayuda financiera que no-se-sabe-donde-está. El clima político en EEUU no lleva a que el Senado lo apruebe, y Obama no tiene autoridad para comprometer al país.

Este pedazo de papel tiene un problema bastante serio: no se apoya sobre estudios confiables y de calidad para justificar acción de ningún tipo. Verán: cuando uno se propone tomar un curso que requiere la inversión de millones de millones de euros, esto requiere un análisis económico. Esto lo sabes tú, Pedro, y lo saben tus lectores, no es un secreto. Entonces dónde están los documentos que justifican o apoyan el famoso límite de 1.5 grados C? Que se va a hundir Kiribati? Pues que muestren que se está hundiendo. Y que muestren que lo más sensato no sea buscarles un hogar en Cuba, u otro país que los acomode por un pago de la comunidad internacional.

Cuando yo vea un análisis completo con opciones que apoye ese 1.5 lo revisaré. Y si lo apruebo lo apoyare. Pero mientras tanto, por favor, déjense de majaderías e insensateces. Dos grados es una meta monumental, y no creo que sea posible utilizando lo que la ortodoxia piensa. Yo creo que se puede alcanzar. Pero mis ideas son particulares y más bien revolucionarías. Eso viene de ser ingeniero.

Unknown dijo...

Primera vez en la historia q USA y china se comprometen a algo. Creo q es el comienzo de un largo camino, no el final de un proceso.
Yo hago una lectura muy positiva a lo Stavins, Markandya y Ribera. Me hubiera encantado q tuviera muchos mas compromisos concretos pero siendo realistas nadie lo esperaba. La transparencia va a permitir q exista peer pressure y nudging... Q no es poco!
Un abrazo

Unknown dijo...

Ibon G